10/10/2006

Editorial sobre la educación en México

Fallas de la educación

De muchas maneras, no educar resulta mucho más caro que educar. Los 3 millones 35 mil niños que reprobaron en el pasado ciclo escolar en primaria, secundaria, nivel técnico y bachillerato, significaron una pérdida superior a 48 mil millones de pesos, según la Secretaría de Educación Pública. Pero lo peor es que en 2007 esta cifra aumentará a 51 mil 957 millones de pesos. Algo urgente tiene que hacerse para revertir tal situación.

El informe no indica las causas de la reprobación, pero es común que sean el bajo desempeño de los alumnos por problemas económicos, de nutrición o salud, sociales o personales; por deficiencias del programa de estudios y los excesivos días de asueto, o por insuficiencias de los profesores.

De suyo grave, el problema se agudiza si se considera que la recomendación general a los maestros es de aprobar al mayor número de estudiantes, aun con mínimos merecimientos, para dejar la plaza a quienes vienen atrás y no plantear una crisis en la capacidad de cupo del sistema educativo.

Hace cuatro semanas, el 12 de septiembre, en París, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) hizo notar que aunque México ha aumentando su gasto por estudiante, los niveles del mismo son de los más bajos de los países miembros, y sus resultados, pobres. Gasta más, pero mal.

El rezago económico y social es uno de los factores que más incide en la reprobación, esto explica que tres de las entidades federativas con más carencias (Oaxaca, Guerrero y Chiapas) registren al mismo tiempo el mayor índice de reprobados. Además, la preparación de los estudiantes en lengua nacional y en matemáticas es de menor calidad que la de países que tienen peores condiciones económicas.

Todos los países del mundo encauzados en las vías de la prosperidad lo han hecho, entre otras cosas, montados en un mejoramiento sustantivo de su sistema educativo. Aquí mismo, en México, muchos de los mejores estudiantes se unen a la corriente migratoria para encontrar aplicaciones más rentables de sus conocimientos.

Este es uno de los temas centrales que el próximo gobierno deberá abordar con determinación y urgencia. A la administración pública le compete dar un buen servicio educativo; a las familias, dotar a sus hijos de un entorno propicio para su formación. A los maestros corresponde asumir sus responsabilidades con el mismo denuedo con que defienden sus derechos y prerrogativas.

Cabe preguntar si los datos de la SEP son producto de un fracaso en los planes educativos, o si el problema resulta de una indefinición de objetivos. Como sea, las cifras son muy altas como para quedarse en la indolencia.

Se ha dicho de sobra y se reconoce que los niños son el futuro del país, y que por lo tanto merecen la mayor inversión en tiempo y recursos materiales, pero esto no se corresponde con la realidad y México sigue viviendo un rezago muy lamentable en la educación de sus nuevas generaciones. Urgen propuestas realistas, mejores políticas educativas, más debate y sobre todo más conciencia de la importancia mayor que significa atender la educación de nuestros niños. (El Universal. 9/10/2006).

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